La revolución tecnológica ha transformado el panorama global. Y mientras que gigantes como Estados Unidos, China y Europa avanzan a pasos agigantados en la carrera de la Inteligencia Artificial (IA), surge una pregunta inevitable: ¿Qué rol juega América Latina en este nuevo escenario? ¿Estamos preparados para liderar o simplemente seremos espectadores?
En una reciente sesión de Castor Sin Filtro, se abordó una conversación centrada en este tema:
Datos, el combustible de la IA
Los modelos de IA de vanguardia requieren una cantidad abrumadora de datos para su óptimo funcionamiento. Estamos hablando de miles de millones de terabytes de información, algo que va más allá de lo que un solo computador puede procesar. Estos datos necesitan ser procesados por infraestructuras enormes: supercomputadoras, granjas computacionales, servidores y bases de datos avanzadas.
El desafío no solo radica en desarrollar un modelo matemático o estadístico que pueda gestionar estos datos. El verdadero reto está en tener la capacidad técnica, económica y logística para manejar y procesar toda esa información. ¿Están nuestras universidades, empresas y gobiernos preparados para ello?
El desafío económico y de infraestructura
Invertir en IA es costoso. Los gastos no sólo se limitan al desarrollo y mantenimiento de modelos y algoritmos. La verdadera inversión está en la infraestructura necesaria para que estos sistemas funcionen eficientemente. Para muchos países de la región, la pregunta no es si queremos liderar en IA, sino si podemos permitirnos hacerlo.
Sin embargo, el panorama no es del todo desolador. Históricamente, América Latina ha mostrado una gran capacidad para adaptarse y adoptar nuevas tecnologías, a menudo a través de colaboraciones estratégicas. Por ejemplo, Argentina ha hecho alianzas con Cabo Cañaveral para poner satélites en órbita, a pesar de los desafíos políticos y económicos internos.
Competencias y Capacidades: La verdadera moneda
Más allá de la infraestructura y la economía, se encuentra el talento humano. América Latina está repleta de mentes brillantes, programadores talentosos, matemáticos, ingenieros y científicos. Muchos de ellos trabajan para grandes corporaciones globales, lo que demuestra que la competencia existe.
El desafío está en cómo canalizar esas competencias y crear capacidades internas. Es esencial que los gobiernos y las empresas inviertan en formación, investigación y desarrollo. Y, sobre todo, es crucial que exista un propósito claro. No se trata simplemente de adoptar la IA porque es la tendencia actual, sino de entender cómo esta tecnología puede beneficiar a nuestros países, mejorar la vida de sus ciudadanos y aportar al desarrollo sostenible.
Un llamado a la acción
Es el momento de creer en nosotros mismos. Si América Latina quiere tener un lugar en la mesa de la IA, debe apostar por la educación, la inversión en tecnología, la colaboración regional y la búsqueda de propósitos claros y beneficiosos para toda la sociedad. Las historias de éxito, como la de Argentina en la industria aeroespacial, nos demuestran que es posible.
Necesitamos dejar atrás las etiquetas y estigmas y centrarnos en nuestras fortalezas, en lo que realmente somos buenos y en cómo podemos aportar al mundo. La carrera de la IA no es una competencia de velocidad, sino de resistencia, innovación y propósito. Y en esa carrera, América Latina tiene mucho que ofrecer.
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