David Archer afirma que el liderazgo es la “habilidad humana que logra la unión de un grupo y lo motiva para la consecución de ciertas metas”. Al leer esto me surge una inquietud: ¿qué necesita una persona para ser un buen líder de esta generación?
Dicen que todos tenemos la capacidad de ser líderes, sin embargo, no todos la desarrollamos de la misma manera. Para ello es necesario recorrer un camino en el que el aprendizaje y la práctica son fundamentales y no todos le apostamos a eso.
Dentro de las cualidades que se establecen para ser un buen líder nos encontramos con que debe saber comunicarse de manera clara y efectiva, ser capaz de influenciar a otros sin necesidad de ser autoritario, usar el pensamiento estratégico, inspirar confianza, irradiar compromiso y pasión por lo que hace y aplicar la inteligencia emocional de modo que pueda entender los sentimientos de su equipo para canalizarlos en pro del proyecto y la organización.
En teoría esto suena perfecto, incluso hasta podría ser algo así como una “receta”, pero sigo pensando que esta época, en la que se habla de que nos tenemos que centrar más en el ser humano que en las organizaciones, nos exige algo diferente.
Estando en este dilema me encontré con una conferencia de Simon Sinek en la que asegura que para un líder lo importante debe ser pensar y trabajar para su equipo y que solo es posible si es capaz hacerlo con empatía y perspectiva, dos conceptos que le ponen una sazón especial a esa “receta” que tradicionalmente aplicamos.
Entonces, ¿Cómo hacer para que las personas se sientan apasionadas en su trabajo?, ¿Cómo potenciarlas para que descubran nuevas formas, ideas, cualidades que les ayuden a hacer las cosas mucho mejor?, ¿Cómo lograr que puedan ser ellas sin necesidad de usar máscaras?, ¿Qué receta implementar para que se sientan plenos con lo que hacen?
Me detengo en esta última pregunta.
De un tiempo para acá se ha confundido a un empleado sonriente con un empleado feliz y no son lo mismo. Una cosa es que lo haga porque su organización o empresa así lo pida, otra es que de verdad la organización le dé motivos para sonreír y hacer su trabajo con pasión y convencimiento y para que esto se dé es necesario establecer una comunicación que lo ponga a él, como ser humano, por encima del negocio.
Escritor y motivador inglés, muy conocido por su concepto de «El círculo dorado».
Ahora, ¿Cómo hacerlo?, de acuerdo con Sinek, liderando de modo tal que el trabajador entienda que estamos ahí para que él pueda desarrollar sus actividades de la mejor manera, acompañarlo, motivarlo para que lo intente de nuevo, generando un ambiente de liderazgo adecuado en el que se piense menos en competir y más en permanecer, en el que él pueda ser él en todo momento. Ponerlo ahí, en el centro, hará que sea más natural, propositivo, eficiente, productivo, ágil, coherente con lo que dice y hace y, sobre todo, mejor persona.
Decir que Simón Sinek tiene la “receta” al respecto sería caer en lo mismo de pensar que liderar no es más que ejecutar unos pasos establecidos, no obstante, creo que nos da pistas para pensar en cómo podemos ser mejores líderes, entendiendo que ahora no somos los responsables del trabajo como tal, sino de las personas que hacen el trabajo y esto nos implica asumir una posición diferente.
Como líder, ¿estás dispuesto a cuestionarte y meterle sazón a tu receta para ofrecerle un mejor ambiente a tus colaboradores?
Te invito a ver la conferencia y a que nos compartas tus reflexiones.
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