En un hogar de los años 80s había sitios como el estudio, que podía tener además una biblioteca con estantes repletos de libros; teníamos discos y el tocadiscos para escucharlos, luego llegaron los casetes y con ellos la grabadora y el walkman; comprábamos el periódico, leíamos revistas, consultábamos en la enciclopedia y había un espacio exclusivo para tener conversaciones telefónicas, que solía estar dotado de un teléfono de disco, una mesa, una silla y el infaltable directorio telefónico. Las películas las veíamos en VHS y los trabajos de la universidad los escribíamos en máquina de escribir. Si había computador, teníamos cajas con disketes.
Ahora pensemos en nuestras casas actuales
Buena parte de esos artefactos, por no decir que todos, han desaparecido, pues muchas de esas tareas ahora están contenidas en los teléfonos inteligentes o en una que otra tablet.
El VHS fue reemplazado por el DVD y este a su vez ha sido sustituido por plataformas como Netflix; a los cds para escuchar música los reemplazó el MP3, pero estos cayeron en desuso con la llegada de Spotify o Deezer. Airbnb es una especie de sustituto de las cabañas privadas para ir de paseo; y Uber, Grin o Moverang son la nueva tendencia en cuanto a movilidad.
Hoy se va mucho más allá. Es bastante seguro que nuestros hijos no tengan vehículo propio, también que haya menos hoteles y más servicios de alquiler de habitaciones o viviendas como Airbnb. Es posible que dejemos de consumir cierto tipo de productos, pues las prioridades también cambian.
Y habrá personas dispuestas a pagar suscripciones para que cada determinado tiempo su despensa sea surtida, su armario sea renovado o su lista de lecturas sea actualizada. Todo de acuerdo a sus patrones de consumo y afinidades, que tienen por debajo tecnologías como Big data, inteligencia artificial e internet de las cosas.
No se trata de que nos gusten menos los bienes materiales
Se trata gastar menos energías en el consumo de bienes o servicios para concentrarnos, más bien, en los valores o en el trasfondo de las cosas que solíamos comprar, es decir, más allá de los objetos está la experiencia que se vive a través de ellos. Es así como se están sentando las bases de la economía mundial.
Ahora bien, no todo se convertirá en servicios, desearemos muchos bienes, y desearemos elegirlos y conservarlos, especialmente los que involucran emocionalidad y/o reflejan nuestra personalidad, estos seguirán siendo importantes. Por ejemplo: un bonsai, un LP que nos trae gratos recuerdos, un carro antiguo, una guitarra, un velero, o una prenda de vestir personalizada.
Mis decisiones frente al consumo racional de objetos, que también se conecta con la idea de sostenibilidad, han consistido en cambiar el automóvil por la bicicleta eléctrica, y si se trata de movilizarnos en familia lo hacemos en el único carro de la casa: el de mi esposa. El teléfono celular amanece fuera de la habitación, y conservo el hábito de leer libros físicos, porque me gusta, porque quiero apoyar a las librerías y porque esta imagen seguro se quedará en la memoria de mi hijo.
Antes de consumir un bien me planteo algunos interrogantes:
¿Qué me genera más valor?
¿Es posible en formato digital?
¿Puedo rentarlo?
¿Puedo suscribirme a algún servicio?
¿Vale la pena pagar el 100%, encargarme de su mantenimiento, asumir los riesgos?
¿Realmente estoy dispuesto a asignarle un lugar en mi casa y en mi vida?
El mundo se está trasladando a lo digital y a los servicios, en muchos casos importa más el valor que generan las cosas que las cosas en sí. Los servicios llegaron para quedarse y esto abre un océano de nuevas oportunidades, tanto a usuarios como a productores.
¿Tu industria o empresa también se está trasladando al terreno digital? ¿Crees que algunos de los bienes que producen puedan desaparecer? O quizás ¿Podrías producir nuevos servicios que hagan desaparecer bienes o modifiquen los hábitos de consumo actuales?
¿Qué otras formas de consumo practicas en tu vida? ¿Qué bienes podrías sustituir por servicios? ¿Qué nuevas ideas de negocio o de servicios puedes generar en tu empresa, o en tu vida para “desmaterializar” viejos activos?
Estas preguntas, con sus respuestas, pueden re moldear nuestra sociedad, el planeta y la vida.
Si deseas compartir tu experiencia o co-crear conmigo te invito a contactarme.
Para conocer más información sobre este tema puedes escuchar el más reciente capítulo de nuestro podcast; en él reflexiono junto a Carolina Duque Tobón y Mauricio Bejarano Botero, sobre la Servitización: una invitación a las empresas manufactureras a incluir servicios en su portafolio para buscar fuentes de ventaja diferenciadora. Puedes encontrarlo en nuestro blog, Spotify, Apple podcast o Ivoox.
Mantente al tanto de nuestras publicaciones a través de nuestras redes sociales: LinkedIn, Instagram y Twitter.